jueves, 16 de enero de 2014

Ambiente “hogar”: zonas de paso.

Vestíbulo de paso
Las zonas de paso son “de todos”, pero en todo caso forman parte de una “casa”
Hemos hablado en otras ocasiones del modelo “hogar” referido a partes importantes de la casa /jubilar /residencia… para personas mayores. Y es que todos queremos sentirnos siempre en casa.
Se comprende fácilmente que nadie quiera habitar dormitorios que parezcan habitaciones de hospital, así que hace ya tiempo que las residencias añadieron colores, las melaminas se sustituyeron por chapados de madera y se redondearon las formas. Añadiendo algún que otro detalle decorativo, un cuadro, una silla tapizada… se logró un ambiente más amable, pero aún frío, quizá un poco… “hotelero”, como sugieriendo estar de paso por allí.
En los últimos tiempos hemos comprendido que para lograr un verdadero ambiente “hogar” necesitamos tres ingredientes esenciales:
1.- Elementos domésticos, realmente pertenecientes al ambiente de una casa. Preguntémonos: ¿esa lámpara / silla / cortina la pondría yo en mi casa?
2.- Versatilidad que permita la máxima personalización. Una pared blanca libre de objetos, lejos de resultar fría tiene la posibilidad de llenarse de los objetos que siempre poblaron nuestras anteriores viviendas.
3.- Llevar el ambiente hogar a todas las partes del edificio. Si quiero vivir “en casa” (vivienda/residencia/jubilar…) para toda la vida, hasta el pasillo que comunica mi dormitorio y mi comedor he de sentirlo como mi casa. La continuidad es imprescindible, ya que si se quiebra, aparecerá una sensación de que “salgo de mi casa” antes de llegar a la dependencia común a la que voy, que por tanto ya no estará “en mi casa”. Por eso los espacios de circulación, ya sean interiores o exteriores, deben mantener una calidez y ambiente hogareño, para que todo el conjunto nos acoja por igual.
En las zonas comunes evidentemente hay que llegar a un compromiso. El reto es lograr que sea la casa de todos, y no de nadie. Porque pasamos buena parte de nuestra vida escogiendo los objetos entre los que queremos vivir, creando espacios de confort, rincones donde refugiarnos o amplios espacios para recibir amistades… Nuestros recuerdos del hogar se asocian al tacto de una tela, el sonido de una puerta, la vista de un marco de fotos, el olor de la casa al entrar, incluso el gusto de la comida preferida. No se trata de mantenerlo todo, la vida siempre fue cambiante… pero cada vez que nos mudamos, llevamos con nosotros de alguna forma nuestro hogar, en forma de objetos. ¿Hay razón para renunciar a ello?

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