viernes, 19 de septiembre de 2014

Buenas intenciones

¿Queremos mimos, que nos traten “como un rey”?

Cuánta ayuda anula, incapacita o humilla; eso sí cargada, como se cuenta en el corto de Marta Rubio, de “Buenas Intenciones”…

https://www.youtube.com/watch?v=QPPM3xbEFLQ

Necesitamos, más que las buenas intenciones de otros, que se respeten nuestras intenciones. Y eso no está en confrontación con la edad o ningún grado de dependencia (si es que la hay). La atención integral y centrada en la persona requiere de la persona cuidadora aprender a escuchar (y preguntar), y favorecer siempre el desarrollo integral de la persona. Exige respetar al máximo su dignidad y autonomía, fomentando las capacidades personales para una vida en todo caso lo más independiente posible. Todo ello, incluidos dentro de una comunidad, en la que en todo caso se puede (y debe) participar.

El protagonista del corto ni siquiera muestra signos de enfermedad, es simplemente “mayor”, y se comprende que, tras la pérdida de su esposa, se podría sentir “vulnerable”. La respuesta de la persona que ha decidido tutelar se fundamenta en el miedo: al dolor por la muerte del ser querido, a un accidente (corte con el cuchillo), a los “peligros de la calle”… Y el miedo de la cuidadora se traslada al cuidado, y finalmente se transforma en una aparentemente segura inacción.

La comparación que el corto hace con un bebé nos parece asimismo pertinente. Se nos dice: los hijos han de cuidar de los padres como éstos a su vez hicieron con sus niños… Pero… ¿cómo se cuidó a los niños? ¿Un sujeto “cuidador” y un objeto “cuidado”? La reflexión se puede llevar a la atención a personas de cualquier edad con discapacidad o dependencia (“son como niños…”). Hoy, sin embargo, comprendemos que en la educación infantil y juvenil, o la atención a personas con dicapacidad física o psíquica… la protagonista es la persona, y los derechos y principios éticos son los mismos: Decálogo de la Atencion Centrada en la Persona (en Alzheimer Universal)

sábado, 13 de septiembre de 2014

Nuevo modelo de envejecimiento activo mediante el diseño, construcción y autogestión de la propia comunidad de mayores

La quinta generación. Modelos residenciales para personas mayores
A partir de una artículo del sociólogo Miguel Montero, incluido en el libro “Innovaciones en Residencias para personas en situación de dependencia. Diseño arquitectónico y modelo de atención” sobre el caso alemán, nos proponemos esbozar los distintos modelos residenciales que se han ido sucediendo a lo largo del último medio siglo, y presentar dónde nos encontramos al respecto en la actualidad.

Montero menciona allí un interesante documento (pdf en alemán) elaborado por la KDA (Kuratorium Deutsche Altershilfe) que plantea, para Alemania, una cronología en absoluto trasladable a nuestro país. Sí lo es la sucesión de modelos, que hemos ido adoptando aquí con décadas de retraso. Es muy ilustrativo, y es por ello que lo traemos aquí para nuestra reflexión. Así podemos hablar de cuatro modelos, correspondientes a cuatro “generaciones”. Miguel Montero los describe así:

modelos-residencias-mayores
Ilustraciones obtenidas en el documento “Aproximaciones para la reordenación de las residencias de personas mayores”: Peter Michell-Auli y Christine Sowinski, “Die 5. Generation:KDA-Quartiershäuser. Ansätze zur Neuausrichtung von Alten- und Pflegeheime”. Kuratorium Deutsche Altershilfe, Köln 2012
1ª Generación. Modelo institucionalizante – asilo (Alemania, 1940-60)

La persona es cuidada como “acogida”
Se emplean recursos escasos en su atención
Las habitaciones son compartidas, con baños comunes
13m2 por persona.
2ª Generación. Modelo hospital (Alemania, 1960-70)

La persona es cuidada como “paciente”
Especial atención en la técnica geriátrica
Espacios comunes centralizados
Atención reactiva, con externalización de la rehabilitación
28,5m2/persona
3ª Generación. Modelo residencia (Alemania, años 1980)

Visión integral de la persona
Modelo de atención centrado en las competencias (no en los déficits)
Autonomía, individualidad, atención activadora
Espacio individuales de “vivienda”, con baño propio
Espacios comunes descentralizados
Agrupaciones de 20 a 40 personas
Alternativas: centros de día/noche, viviendas tuteladas, servicio de atención a domicilio (SAD)
38,8m2 / persona
4ª Generación. Modelo familia (Alemania 1990-2000)

Centrado en la persona
Atención integral, centrada en la historia de vida
Personal especializado con presencia continua
No hay separación entre cuidados, tareas domésticas y asistencia social
No hay sistemas centralizados de atención (ej. cocinas)
Agrupaciones de 8-12 personas
Alternativas: pisos compartidos, proyectos de barrio (se desplaza la atención, no la persona)
40m2 / persona
En España conviven en la actualidad residencias de 2ª y 3ª generación. Y desde hace pocos años se comienzan a implantar, con mucha fuerza, complejos residenciales de 4ª generación, con “unidades de convivencia” y atención centrada en la persona tal y como se describe más arriba. Es de destacar el esfuerzo que están haciendo en este sentido administraciones como la Junta de Castilla y León y el Gobierno Vasco, y organizaciones como la Fundación Matia y la Fundación Pilares para la Autonomía Personal.

La quinta generación: autonomía personal con inclusión en la comunidad

El documento mencionado de la KDA plantea una 5ª generación para las viviendas que esta entidad promueve en Alemania, que denominan “proyectos de distrito” (quartierskonzept). El nuevo modelo asume los logros del modelo familia y añade tres importantes principios: vida íntima, vida comunitaria, vida pública. Se trata de potenciar la individualidad, pero también la apertura a una comunidad más amplia. Las claves para ello son:

Cocina adaptada para una mayor autonomía personal. Foto: Carpintería Arguti (http://www.arguti.com)
Cocina adaptada para una mayor autonomía personal. Foto: Carpintería Arguti (http://www.arguti.com)
Apartamentos en lugar de habitaciones (es decir, con cocina individual)
Residencia como “centro comunitario” que participan en la vida social del barrio o la ciudad
La “5ª generación” se expresan en nuestro país con propuestas que incluyen atención integral centrada en la persona, ya sean jubilares (con iniciativa y autogestión de los propios interesados), o apartamentos con servicios (promovidos por un tercero), algunas viviendas con este tipo de atención (ej Etxean Ondo Domicilios), pisos compartidos intergeneracionales con estudiantes y atención a domicilio, etc. siempre que prevean a su vez una relación de inclusión en una comunidad más amplia. En este sentido, nos encontramos hoy en un momento en el que la apuesta más ambiciosa pasa por un modelo en el que la integración de “cuidados, tareas domésticas y asistencia social” (4ª generación) trasciende las paredes del complejo residencial.

manifestación personas mayoresEl modelo asistencial, en esta 5ª generación, se completa con una mejora de los sistemas de atención a domicilio, con propuestas de participación ciudadana, de mejora de los entornos de barrio y ciudad (ej. proyecto de Ciudades Amigables con las Personas Mayores…).

Como hemos comentado en otras ocasiones, la Unión Europea apuesta en la actualidad por una transición que va desde la atención institucional a los cuidados basados en la comunidad. Creemos que la opción más coherente con esta idea, y el mayoritario deseo de permanecer en el hogar será la paulatina transformación de comunidades de barrio a entornos donde envejecer en casa y verdaderamente incluidos en la comunidad.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Tarta de Manzana Crudivegana

Tarta de Manzana Crudivegana

¡delicioso!
Originalmente publicado en Cocina sana con Ernest Subirana:

TARTA DE MANZANA CRUDIVEGANA

Para hoy he preparado un postre crudivegano, rapidísimo, fácil, delicioso y sin azúcar ni edulcorantes artificiales. Este pastel de manzana está endulzado con dátiles y pasas naturales, que además lo enriquecen con numerosas propiedades beneficiosas para nuestro organismo.

Los dátiles son la perfecta golosina para niños y adultos porque son ricos en beta-caroteno, el cual se transforma en vitamina A en nuestro organismo. La vitamina A es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el correcto funcionamiento del sistema inmunológico, además de tener propiedades antioxidantes. Los dátiles son una de las frutas más ricas en minerales, especialmente aportan potasio, hierro, magnesio, fósforo y calcio entre otros. Contienen también alta cantidad de fibra, mayoritariamente soluble (pectinas y gomas), la cual reduce los niveles de colesterol y en menor cantidad fibra insoluble, que evita o previene situaciones de estreñimiento*.

IngredientesINGREDIENTES

300 gramos de dátiles al natural sin hueso.
100 gramos de nueces peladas.
100 gramos de uvas pasas.
6 manzanas Reinetas.
1 cucharada de canela en polvo.
1 cucharadita de nuez moscada en polvo.
4 cucharadas de agua.
4 hojas de hierbabuena.
Menaje

Una picadora.
Una cuchara sopera.
Una tabla de cocina.
Una puntilla.
Un descorazonador.
Un molde cuadrado individual.
Una espátula de silicona.
Manos a la obra

Introduciremos 150 gramos de dátiles en la picadora junto con los 100 gramos de nueces y los 100 gramos de uvas pasas. Picaremos el conjunto hasta que quede una pasta.

paso 1

Colocaremos 4 moldes cuadrados en el medio de 4 platos llanos y repartiremos la pasta en los moldes y presionaremos con una espátula de silicona hasta crear una base firme y reservaremos.

paso 2

Descorazonaremos y quitaremos la piel a 2 manzanas. Las partiremos en cuartos y las picaremos junto con el resto de dátiles (150 gramos), una cucharada de canela en polvo, una cucharadita de nuez moscada en polvo y 4 cucharadas de agua, hasta obtener una crema fina y cremosa.

paso 3

Repartiremos una cucharada de la crema encima de cada base de molde y extenderemos con la espátula de silicona, y reservaremos el resto.

paso 4

Descorazonaremos y quitaremos la piel al resto de manzanas. Las partiremos a la mitad y las cortaremos en láminas muy finas.

paso 5

Colocaremos una capa uniforme de finas láminas encima de la crema de cada molde y reservaremos el resto. Después, cubriremos la capa de manzana con otra cucharada de crema y la extenderemos con la espátula de silicona.

paso 6

Repetiremos en paso anterior en cada molde y desmoldaremos con cuidado. Para terminar, decoraremos cada tarta con una hoja de hierbabuena.

paso 7

¡ Mmmmmmmm… el postre!

*Fuente: http://www.zonadiet.com/comida/datiles.htm


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jueves, 4 de septiembre de 2014

¿Son felices las personas mayores?

Ante esta pregunta, la respuesta es “Sí, lo son”.

La curva de la felicidad así lo dice. Somos muy felices en nuestra infancia y juventud, para ir decayendo y ser menos felices cuando llegamos a la llamada crisis de los 40 (arrugas, canas, michelines, análisis y reflexión sobre los fracasos y éxitos profesionales y personales y si nos satisfacen). Asociando felicidad a juventud, pensamos que a los 40 empieza la cuesta abajo.

Pero las encuestas dicen que la felicidad subjetiva mejora y va aumentando conforme envejecemos. La vejez no sólo trae consigo achaques: también felicidad. No es envejecer lo que resta felicidad, sino las circunstancias que se asocian al envejecimiento.

Les Âges de l'Homme © RMN-Grand Palais (MuCEM) / Franck Raux. Superpuesto: Percepción de satisfacción frente a la edad (Jasson Cruz y Julián Torres, estudio de satisfacción en Colombia, 2003)
Les Âges de l’Homme
© RMN-Grand Palais (MuCEM) / Franck Raux.
Superpuesto: Percepción de satisfacción frente a la edad (Jasson Cruz y Julián Torres, estudio de satisfacción en Colombia, 2003)
Un estudio realizado en el año 2006 por VA Ann Arbor Healthcare System junto con la University of Michigan así lo demuestra. Los participantes (divididos en dos grupos de 21 a 40 años y mayores de 60) fueron invitados a evaluar y predecir su propia felicidad en su edad actual, a los 30 años y a los 70 años para después expresar la felicidad que, a su modo de ver, tenía la mayoría de la gente a esas mismas edades.

El análisis estadístico de la encuesta reveló que los mayores se sentían mucho más felices que las personas de menos de 40 años y que todos los participantes en general opinaban que a los 30 años se era más feliz que a los 70, y que la felicidad disminuía con la edad. Es la paradoja de la felicidad en la vejez.

Rocío Fernández-Ballesteros, catedrática de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad Autónoma de Madrid afirma:

Cuando se es mayor, se experimentan emociones con la misma intensidad que cuando se es joven y los mayores sienten emociones positivas con igual frecuencia que la gente más joven.
Existe una fuerte evidencia de que la experiencia emocional negativa se da en mucha menor frecuencia a partir de los 60 años. Así, a esas edades, existe más expresión de “felicidad”, “gratitud”, “contento” que de “frustración”, “tristeza” o “rabia”.
La conclusión de la mayor parte de autores que investigan el mundo afectivo de los mayores es que en la vejez existe una mayor complejidad y riqueza emocional. Es decir, que en la vejez se incrementa el manejo adecuado de los afectos y que, por tanto, existe una mayor “madurez” afectiva.
Cuando pensamos en el fenómeno del envejecimiento miramos sólo la parte biológica. Tendemos a pensar que a partir de una determinada edad nos espera con los brazos abiertos la dependencia, el declive, el deterioro… Son prejuicios y estereotipos negativos sobre la vejez, elementos comunes de nuestro imaginario sociocultural debido a la valoración positiva de la juventud, la belleza, etc. Envejecer no es visto como una etapa natural de nuestro ciclo vital que tiene sus particularidades, sus peculiaridades, sus posibilidades de desarrollo y crecimiento humano, no es una etapa de involución.

Es verdad que se tienen achaques, y que la enfermedad acecha, pero en términos de felicidad, tenemos una común y equivocada creencia: que los días más felices de la vida de las personas se producen cuando se es joven.

Y es que no pensamos en la vejez como en el aumento de la longevidad, no lo asumimos como un logro de nuestra sociedad aunque se esté disfrutando de un mejor nivel de vida y de una mejor calidad de vida. Haber conseguido cerca de 30 años en la esperanza de vida es una de las mayores proezas del hombre en el siglo XX y un signo de progreso, pero la sociedad no contribuye a deconstruir las representaciones negativas y los estereotipos del envejecimiento, y por lo tanto, las actitudes y las discriminaciones (“ageism” traducido al español por la Comisión Europea como “edaísmo”) derivados de estas.

Abuelo-Juan
Juan Checa Novillo. 100 años
Las personas mayores disponen, como demuestran los estudios, de más herramientas y estrategias cognitivas y emocionales para afrontar la vida, a pesar de que, biológicamente, se haya entrado en la decadencia física. A medida que nos hacemos mayores, buscamos recursos para ser lo más felices posible y adaptarnos a las nuevas circunstancias. Se trata de una actitud vital y positiva ante nuestra propia vida y con el futuro y valorar lo vivido, dar el justo valor a cada cosa, en definitiva, conseguir sentirse vivo.

Es posible que pensemos que los mayores viven resignados a su vejez, que se han acomodado, que se han conformado, que esto es lo que hay y que por eso, al conformarse, son más felices, pues nada esperan. ¡Nada más lejos de la verdad!.

Los estereotipos hacen que no veamos las ventajas de la vejez. Se puede aprender mucho de los mayores, simplemente porque saben más sobre la vida. La experiencia adquirida a lo largo de los años facilita la adaptación a las nuevas circunstancias y condiciones que impone la edad, pues las personas mayores conocen cómo actuar utilizando destrezas y habilidades que ayuden a superar los vaivenes de la vida. Una persona será más o menos feliz en función de sus circunstancias, sus condiciones de vida y su personalidad.

¿En qué medida el contexto (las condiciones socioeconómicas, el estado civil, etc.), la salud y la situación funcional y las relaciones interpersonales influyen en la afectividad (positiva y negativa) en la vejez y en qué medida esos factores son más importantes que la edad? Evidentemente, la salud y la autonomía son importantes; una condición física buena ayuda a sentirse más dinámico y anímicamente más alegre y vital.

Pero la personalidad ocupa también un lugar destacado. Ser optimista es la mejor vacuna contra la depresión, además las personas optimistas se cuidan más y siguen mejores hábitos de salud, ya que se alimentan de forma más adecuada y hacen más ejercicio.

Un proyecto de investigación, financiado por el Imserso y realizado por el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se propuso estudiar en el año 2007 las claves que permiten envejecer más y mejor. Aparte de la importancia de factores como el optimismo, el estudio señala aspectos como la fortaleza interior y la autoestima.

La felicidad en la vejez obedece más a una actitud positiva que a la salud que se posea, señala un estudio realizado por el Sam and Rose Stain Institute for Research on Aging (SIRA), perteneciente a la Universidad de California en San Diego. La investigación, llevada a cabo por el profesor Dilip Jeste señala que el optimismo y la actitud positiva hacia los devenires de la vida, son importantes para conseguir un buen envejecimiento y que el estado físico no es sinónimo de un envejecimiento óptimo. Se examinó a 500 voluntarios de edades comprendidas entre los 60 y 98 años, que vivían independientes y que habían padecido diversas enfermedades, como el cáncer, fallos cardiacos, diabetes, problemas mentales u otro tipo de disfunciones. Lo sorprendente de los resultados obtenidos, fue que las personas más optimistas no siempre coincidían con los que tenían mejor salud. Nuestra vida tiene otro color cuando nuestra actitud es optimista.

Investigadores de la Universidad de Granada han publicado un artículo en la prestigiosa Revista Journal of Happiness Studies (2013). En él exploran sobre la felicidad actual (en el momento del estudio) y pasada (a lo largo de la vida) de hombres y mujeres mayores de 65 años, con diferentes características personales y sociodemográficas. Los datos obtenidos hacen referencia a que las personas mayores de 65 años son más felices cuando, a su vez, han disfrutado de una vida feliz. Además, aquellos mayores que no sufren de depresión, que cuentan apoyo familiar y que pueden ejercer su actividad diaria sin depender de otros, están más satisfechos con su vida.

Laura Carstensen, directora y psicóloga del Centro de Longevidad de la Universidad de Standford (California) asegura que las personas mayores son (al menos estadísticamente) “más felices” que las jóvenes. Se pidió a personas de entre 18 y 90 años que llevaran un diario de vida enfocado en sus estados emocionales y descubrió que la frecuencia con que jóvenes y mayores experimentaban emociones positivas era muy similar, pero que los mayores experimentaban menos emociones negativas. Además, comprobó que en las personas mayores los estados positivos duraban más y los negativos menos; es decir, que con la edad las personas se recuperaban antes cuando se sentían tristes y que cuando estaban alegres… les duraba más tiempo.

En referencia a lo anterior, el estudio Mood Regulation in Real Time: Differences in the Role of Looking, publicado en la revista científica Current Directions in Psychological Science (2012), confirma que los mayores tiene más capacidad para superar las adversidades que los jóvenes.

Las investigaciones en psicología gerontológica promueven la imagen positiva de la vejez y del envejecimiento.

La Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento Madrid 2002 destaca la necesidad de implementar todas las acciones que favorezcan el envejecimiento saludable, su bienestar subjetivo o felicidad y el “empoderamiento”, entendiéndose como empoderamiento la revalorización de las personas mayores en la sociedad.

Promover la felicidad de los mayores beneficiará la salud de los mayores y por ende a toda la sociedad. Las personas felices no solo disfrutan más de la vida, sino que además tienen menos posibilidades de morir en los próximos años si su estado anímico es positivo. Diversos estudios sobre la longevidad han demostrado que felicidad y longevidad están estrechamente relacionadas.