lunes, 17 de febrero de 2014

El ejercicio físico, bueno para la salud.

El ejercicio físico es excelente para la salud. La razón principal es que aumenta la sensibilidad a la insulina y a la leptina, lo que reduce el almacenamiento de grasas malas, regula el apetito y produce sensación de saciedad cuando se ha comido lo suficiente.


La insulina es una hormona que produce el páncreas. En cuanto usted come alimentos que contienen hidratos de carbono, los niveles de azúcar en su sangre aumentan, lo cual es perjudicial para los vasos sanguíneos. Entonces el páncreas secrega insulina, lo que abre pequeñas puertas en sus células para absorber el exceso de glucosa en la sangre y almacenarla como grasa. Por lo tanto, la insulina hace bajar los niveles de glucosa en la sangre. 

Cuanto más azúcar tome usted, más insulina producirá el páncreas. Pero llega un punto en el que las células se saturan: usted se ha hecho resistente a la insulina, lo que anuncia la diabetes de tipo 2. Su páncreas, que ve subir sus niveles de glucosa en la sangre, redobla sus esfuerzos para producir más insulina. Así que sus células comienzan a producir grasa mala en todas partes: usted aumenta de peso, puede convertirse en diabético, y su corazón y sus arterias amenazan con obstruirse.

¿Y qué papel juega aquí el ejercicio físico? Pues va a bajar su nivel de azúcar en la sangre quemándolo, no almacenándolo, lo que alivia a su páncreas. Sus niveles de insulina bajan y usted deja de almacenar la glucosa en forma de grasa, a la vez que su peso disminuye.

Y de la misma forma que el ejercicio físico excesivo (como en una maratón) conlleva riesgos cardiacos cuando no se está suficientemente entrenado para ello, el ejercicio físico moderado a largo plazo tiene el efecto contrario, actuando como un auténtico escudo protector de la función cardiaca. 

Así lo acaban de poner de manifiesto investigadores del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, liderados por el jefe de la Unidad de Proteómica, Eduard Sabidó, en un estudio que acaba de publicar la revista Journal of Proteome Research. El estudio describe cómo ratones de laboratorio (que se usan como modelos de enfermedades humanas) que realizaron ejercicio durante 54 semanas siguiendo una rutina de "jogging", presentaban niveles más altos de ciertas proteínas en las mitocondrias de sus células cardiacas que los ratones que no hicieron ejercicio, lo que demuestra que el ejercicio físico moderado pero constante influye en la fuerza de las células para mejorar la función cardiaca. Los investigadores han identificado dos proteínas, las quinasas RAF y p38, que desencadenan los efectos cardiovasculares beneficiosos, demostrando por primera vez la forma exacta en la que el ejercicio físico ayuda al corazón a nivel molecular. (3)

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