viernes, 20 de diciembre de 2013

Cuento de Navidad.


Cuento de Navidad

Cuentan viejas leyendas, que un buen día, el encargado general, para asuntos  Navideños, (algún encargado tiene que haber) decidió, por su cuenta y riesgo, y un tanto cansado, de escuchar a los humanos; que si todo es consumismo, que esto es un montaje de los comerciantes, que todo es mentira, que si patatín, que si patatán, decidió, como decía, no pasar la hoja del calendario de noviembre a diciembre y dejar a la tierra sin Navidad, ¡¡así como suena!!

Algunos encontraron en ello la oportunidad que buscaban; adujeron, que la culpa era del cambio climático, que esto se veía venir, que los humanos, desde que cogieron la postura bípeda, absorben demasiada energía por el cerebro, y de ahí la falta de ozono y otras carencias. El  calor en  verano  y el frío en diciembre, eran sin ninguna duda, las causantes, de la huida Navideña de la tierra, cosa por otro lado,  ya auguraban ellos, produciéndolos cierto regocijo y picorcillo, con la convicción más absoluta, que eso tenía que llegar.
 Sería el gran momento, para celebrar la Navidad sin Navidad, de la misma manera, (dijo uno que estaba puesto en estos menesteres) que  celebramos los bautizos, sin bautizar a nadie, y no pasa nada, otro dijo; (con voz de cazalla) acabaremos con estas tonterías.
¡Que gran momento!, aprovechando que no vendrán los Reyes, diremos que se han ido buscando mejores reinos que gobernar, y nos haremos con el poder, de forma inmediata, imponiendo por ley, lo que es bueno y malo para las gentes de este gran pueblo. Estamos seguros, que la mayoría no quiere pensar, (y no les pagan para ello), puntualizó uno que andaba por allí, así mismo, haremos una bandera que representará, a los colectivos que estamos con la razón, la verdad y  mas cosas, que ahora no se me ocurren.
Llegaremos a gobernar, con el sistema mas democrático conocido, (dijo el que se postulaba para nuevo presidente) haremos una consulta popular, sin alevosía, pero con nocturnidad.
Así que será lo antes posible; en la primera noche, del segundo martes, del último mes, u otro día de la semana con mucha niebla, y en un pinar cercano. Tu Mariano, dijo el mandón, apuntándole con el dedo, te encargarás de la intendencia; prepararás una cazuela de sopas de ajo, para la noche de la asamblea, (para entonar el estomaguillo) ya veréis, como nos les ganamos.
La pregunta ha de ser concisa y contundente, para que no digan que ha habido pucherazo, la respuesta por parte de la “masa,” ha de ser a mano alzada, y será así: los que no levanten el brazo o no se les vea, es que están de acuerdo con nuestras propuestas, (procurar en el recuento, no confundir con pinos) y los que si la levanten, se considerará de acuerdo, con la mayoría cualificada y punto, apostilló uno, que tenía su mesa y su silla, (traída de su casa), y que por cierto, nadie sabía, cual era su cometido.
Levantaremos acta de forma “isoflauta” y haremos leyes orgánicas, para remediar tanta historia, las cuales a nadie se le oculta, de donde han de  salir.

Otros creyeron que eran  causas divinas, vagaban errantes buscando un belén, de iglesia en iglesia, lugar donde cantar un villancico y no se acordaban de ninguno, intentaban tararear y “que si quieres arroz Catalina”, no vieron ningún árbol de Navidad, no había luces, que presagiara algún acontecimiento importante, se sentían desamparados, y en la mas profunda oscuridad,
Hubo gente que pensó en hacer “rogativas”, aunque a la mayoría, le parecía una pérdida de tiempo, pues no sabían, que era lo que les faltaba.
Los que tenían más memoria, sabían por años anteriores, que en invierno, había un acontecimiento muy importante, pero nadie sabía, cual era ese evento, les faltaba algo, sabían que esto no podía ser así. Los niños preguntaban, por sus regalos, algunos niños como mi nieto Iker, no dejaba de preguntar, ¿abuelo, cuando  viene el tiempo de comer polvorones?, vendrá  hijo, vendrá.
. Todo el mundo que andaba por la calle, (los que estaban en casa no) se sentía desconcertado, algunos por intuición y al ver el luminoso, aunque fuera de una “bodeguilla”, entraban sin saber a que, (algunos si que lo sabían).
Menos mal, que siempre en los momentos difíciles de la vida, hay alguien que toma las riendas de la situación, y hace lo necesario para que todo llegue (o casi todo) a buen fin.
En este caso, fue un feligrés, muy aficionado a los remedios milagreros, en el que todos pusieron sus ojos.
 Sabía de un sortilegio, poco conocido, diciendo que solamente lo hacía, en momentos de grandes pérdidas, y ante una necesidad imperiosa, muy justificada y en caso de calamidad nacional, y esta era una de ellas.
 Así que juntó las manos, volvió los ojos de una manera extraña y balbuceó las palabras mágicas:
San Cucufato, San Cucufato, si no aparece la Navidad, los coj…te ato.
Y volvió la Navidad, con todo su esplendor, como vuelve todos los años, cuando se vive y se disfruta con la inocencia de un niño. Amén.

A tantos de tantos de dos mil tantos de nuestra era.

Pocholo.

 Os deseo a todos, que si no nos van a dar, al menos que nos queden como estamos. Salud.


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