viernes, 14 de diciembre de 2012


Así es la nueva normalidad en la zona euro: del parado español al jubilado alemán.


La zona euro se encamina hacia su cuarto año de crisis mientras se zambulle de lleno en la recesión económica. A pie de calle, la realidad macroeconómica y las políticas puestas en marcha por Bruselas para tratar de paliarla se traducen en un cambio de mentalidad y de horizontes económicos que afectan, de una forma o de otra, a todos los ciudadanos comunitarios.
En 2009, el cofundador y director de inversiones de Pimco, el mayor fondo de bonos privado del mundo, Bill Gross, acuñó el término nueva normalidad para referirse a un nuevo escenario global caracterizado por un bajo crecimiento económico, un desempleo elevado y unos menores rendimientos sobre los activos.

Una nueva realidad

Años después, el escenario que dibujó el gurú de la renta fija está de plena vigencia en Europa. Esta nueva normalidad la sufren a diario los millones de europeos que han visto modificadas sus condiciones de vida. Tanto en los llamados periféricos, donde la exigencia de austeridad y la recesión han impactado con más fuerza, como en las naciones más ricas, las reglas del juego han cambiado de forma radical.
Así lo explica otra de las vacas sagradas de PIMCO, su consejero delegado, Mohammed El-Erian: "Después de haber ido demasiado lejos durante la 'gran época' del apalancamiento y el crédito, los países occidentales se enfrentan ahora al reto de superar la resistencia conjunta del escaso crecimiento, el paro excesivo y la deuda elevada en lugares equivocados".
Para ilustrar la imagen, Bloomberg se fija en dos perfiles completamente opuestos pero con un punto en común: el punto de inflexión que la crisis ha supuesto en sus perspectivas laborales y financieras. Jubilados alemanes y parados españoles representan las dos caras de la misma moneda, un euro a dos velocidades que trata de encontrar la fórmula para la recuperación económica.

Dos buenos ejemplos

Para empezar, recoge el caso de un español de 26 años en paro, divorciado y con una hija. Fran López trabajaba como electricista en Madrid y llegó a cobrar un sueldo mensual de 4.000 euros. El estallido de la burbuja inmobiliaria le dejó sin trabajo y, a día de hoy,se ha visto forzado a volver a casa de sus padres y a terminar los estudios básicos para poder acceder de nuevo al mercado laboral.
En paralelo, Daniel Just se encuentra ante un reto laboral que nunca antes había encarado. Es jefe de inversiones del mayor fondo de pensiones público alemán y tiene que hacer frente a la caída sin precedentes de la rentabilidad de los productos que gestiona: las pensiones de los jubilados germanos. Según explica, los fondos de pensiones en Alemania son tradicionalmente conservadores a la hora de invertir.
A diferencia de los que existen en otros países como Reino Unido o EEUU, en Alemania se invierte una gran parte del dinero en renta fija, ya que la ley alemana establece que deben mover el dinero hacia activos que garanticen "la mayor seguridad posible". Esto implica que normalmente apuesten por la deuda pública alemana que, considerada como refugio frente al riesgo del resto de la zona euro, lleva meses presentando bajos rendimientos que incluso han llegado a ser negativos en algunos casos.

Asumir o hacer magia

"Solo hay dos alternativas: reducir las expectativas de remuneración o intentar hacer magia", asegura Just. "Hay que aceptar la nueva realidad", añade el gestor de fondos aBloomberg.
¿Y en qué se traduce? Para los jubilados alemanes implica asumir que contarán con un retiro menos dorado, ya que las rentas de su trabajo dan menores frutos que antaño. Para el electricista español, supone renunciar a su antigua vida de gastos y completar su formación, una carencia que en su día no le impidió encontrar un trabajo bien remunerado.
Es una transformación profunda que durará tiempo. "Si vives un largo período en el que los desequilibrios crecen, luego llega el largo periodo durante el que relajarse", apunta el economista jefe para la zona euro de BNP Paribas, Ken Wattret. "Primero tienes la fiesta y luego la hambruna", concluye.

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