No hay nada mas bello, que lo que nunca he tenido,
Ni nada más amado que lo que perdí.
(Del poema de Goytisolo)
Al
igual que las estaciones del año, las
personas vamos pasando etapas de nuestra vida, en el mismo orden cronológico
que el tiempo. Todo está interrelacionado, no hay lugar para la evolución
desordenada; primavera, verano, otoño… Los que hemos llegado a esta estación
maravillosa, donde los colores ya no son tan estridentes, los ocres, amarillos
en los árboles de las riberas, no tienen el verdor del tiempo pasado, los
colores vino rojo, en las vides, nos advierten, que hay que despojarse de la
belleza estacional que nos proporcionó la primavera. Las primeras lluvias
aparecen, empezando a dar frescura a una tierra seca, después de un verano
donde el sol con su fuerza a veces desmedida, nos ha dejado un tanto exhaustos
de la actividad de esos días largos y calurosas y de noches donde es difícil
conciliar el sueño, hasta que no llega el frescor de la mañana. El otoño puede
resultar un alivio.
Lo cierto es queramos o no, nuestra estación en
el tiempo es el otoño, por los años vividos, y sin lugar a dudas es una época
de nuestra vida privilegiada, al menos en esta parte del mundo (y para los que
la salud les acompaña).
No
tenemos las prisas del niño que quiere
hacerse mayor. Tampoco la del joven buscando su espacio en la sociedad, por
cierto, nada fácil y a veces solo posible con la perspectiva de una vida por
delante, en esos años donde nada se te
pone por delante y la mezcla de imaginación y falta de prejuicios, hacen que
las cosas imposibles sean posibles. La
búsqueda o no de buscar pareja para crear una familia, tener o mantener un
trabajo, con el que hacer frente a las necesidades diarias.
Con
la llegada de nuestro “otoño” las cosas
se ven con la tranquilidad y sin los
apuros en el tiempo de años pasados, el pasado esta ahí, el presente es el día
a día, el futuro; ¿Quién tiene seguro el mañana?
Como
digo, llegado a los primeros meses del otoño de mi vida, recuerdo sin ninguna
nostalgia, el momento en que decidimos casarnos mi mujer y yo, (bendita y
temeraria inconsciencia la nuestra), cuando acabamos la boda miramos en todas
direcciones y con una maleta cada uno en la mano nos preguntamos para que lado deberíamos tirar. Cualquier
lado habría sido bueno ya que mas que ropa, nuestras maletas iban llenas de la
ilusión de emprender una vida juntos y eso mueve montañas, para los que se
pregunten si cojimos el punto cardinal adecuado les diré sin ninguna duda que sí,
porque ni a nadie llevé ni nadie me llevó, fuimos de la mano.
Decía
la gran Rocío Jurado en una de sus canciones, “ninguna flor duró dos primaveras”,
pero en el otoño también crecen flores y serán flores maravillosas si las
cuidamos.
José
Mª de las Heras.
Quintanilla
de Arriba
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Fotografía extraída de: jardinplantas.com
ENHORABUENA me ha gustado mucho "También hay flores en Otoño" lo has descrito con mucho sentimiento y hondo mensaje.Y en el final no pude contener la risa con la maleta, porque te entendí perfectamente, creo que por aquellos tiempos íbamos la mayoría igual, sin dirección con una mano delante y otra detrás.
ResponderEliminarEva.