Cuento de Navidad
Cuentan viejas leyendas, que un
buen día, el encargado general, para asuntos
Navideños, (algún encargado tiene que haber) decidió, por su cuenta y
riesgo, y un tanto cansado, de escuchar a los humanos; que si todo es
consumismo, que esto es un montaje de los comerciantes, que todo es mentira,
que si patatín, que si patatán, decidió, como decía, no pasar la hoja del
calendario de noviembre a diciembre y dejar a la tierra sin Navidad, ¡¡así como
suena!!
Algunos encontraron en ello la oportunidad
que buscaban; adujeron, que la culpa era del cambio climático, que esto se veía
venir, que los humanos, desde que cogieron la postura bípeda, absorben
demasiada energía por el cerebro, y de ahí la falta de ozono y otras carencias.
El calor en verano
y el frío en diciembre, eran sin ninguna duda, las causantes, de la
huida Navideña de la tierra, cosa por otro lado, ya auguraban ellos, produciéndolos cierto
regocijo y picorcillo, con la convicción más absoluta, que eso tenía que
llegar.
Sería el gran momento, para celebrar la Navidad sin Navidad, de la
misma manera, (dijo uno que estaba puesto en estos menesteres) que celebramos los bautizos, sin bautizar a
nadie, y no pasa nada, otro dijo; (con voz de cazalla) acabaremos con estas
tonterías.
¡Que gran momento!, aprovechando
que no vendrán los Reyes, diremos que se han ido buscando mejores reinos que
gobernar, y nos haremos con el poder, de forma inmediata, imponiendo por ley,
lo que es bueno y malo para las gentes de este gran pueblo. Estamos seguros,
que la mayoría no quiere pensar, (y no les pagan para ello), puntualizó uno que
andaba por allí, así mismo, haremos una bandera que representará, a los
colectivos que estamos con la razón, la verdad y mas cosas, que ahora no se me ocurren.
Llegaremos a gobernar, con el
sistema mas democrático conocido, (dijo el que se postulaba para nuevo
presidente) haremos una consulta popular, sin alevosía, pero con nocturnidad.
Así que será lo antes posible; en
la primera noche, del segundo martes, del último mes, u otro día de la semana
con mucha niebla, y en un pinar cercano. Tu Mariano, dijo el mandón,
apuntándole con el dedo, te encargarás de la intendencia; prepararás una
cazuela de sopas de ajo, para la noche de la asamblea, (para entonar el
estomaguillo) ya veréis, como nos les ganamos.
La pregunta ha de ser concisa y
contundente, para que no digan que ha habido pucherazo, la respuesta por parte
de la “masa,” ha de ser a mano alzada, y será así: los que no levanten el brazo
o no se les vea, es que están de acuerdo con nuestras propuestas, (procurar en
el recuento, no confundir con pinos) y los que si la levanten, se considerará
de acuerdo, con la mayoría cualificada y punto, apostilló uno, que tenía su
mesa y su silla, (traída de su casa), y que por cierto, nadie sabía, cual era
su cometido.
Levantaremos acta de forma
“isoflauta” y haremos leyes orgánicas, para remediar tanta historia, las cuales
a nadie se le oculta, de donde han de
salir.
Otros creyeron que eran causas divinas, vagaban errantes buscando un
belén, de iglesia en iglesia, lugar donde cantar un villancico y no se
acordaban de ninguno, intentaban tararear y “que si quieres arroz Catalina”, no
vieron ningún árbol de Navidad, no había luces, que presagiara algún
acontecimiento importante, se sentían desamparados, y en la mas profunda
oscuridad,
Hubo gente que pensó en hacer
“rogativas”, aunque a la mayoría, le parecía una pérdida de tiempo, pues no
sabían, que era lo que les faltaba.
Los que tenían más memoria,
sabían por años anteriores, que en invierno, había un acontecimiento muy
importante, pero nadie sabía, cual era ese evento, les faltaba algo, sabían que
esto no podía ser así. Los niños preguntaban, por sus regalos, algunos niños
como mi nieto Iker, no dejaba de preguntar, ¿abuelo, cuando viene el tiempo de comer polvorones?,
vendrá hijo, vendrá.
. Todo el mundo que andaba por la
calle, (los que estaban en casa no) se sentía desconcertado, algunos por
intuición y al ver el luminoso, aunque fuera de una “bodeguilla”, entraban sin
saber a que, (algunos si que lo sabían).
Menos mal, que siempre en los
momentos difíciles de la vida, hay alguien que toma las riendas de la
situación, y hace lo necesario para que todo llegue (o casi todo) a buen fin.
En este caso, fue un feligrés,
muy aficionado a los remedios milagreros, en el que todos pusieron sus ojos.
Sabía de un sortilegio, poco conocido,
diciendo que solamente lo hacía, en momentos de grandes pérdidas, y ante una
necesidad imperiosa, muy justificada y en caso de calamidad nacional, y esta
era una de ellas.
Así que juntó las manos, volvió los ojos de
una manera extraña y balbuceó las palabras mágicas:
San Cucufato, San Cucufato, si no
aparece la Navidad,
los coj…te ato.
Y volvió la Navidad, con todo su
esplendor, como vuelve todos los años, cuando se vive y se disfruta con la
inocencia de un niño. Amén.
A tantos de tantos de dos mil
tantos de nuestra era.
Pocholo.
Os deseo a todos, que si no nos van a dar, al menos que nos queden como estamos. Salud.